Entrando en la
dehesa de los Caballos, Platero ha comenzado a cojear. Me he echado al suelo...
- Pero, hombre,
¿qué te pasa?
Platero ha
dejado la mano derecha un poco levantada, mostrando la ranilla, sin fuerza y
sin peso, sin tocar casi con el casco la arena ardiente del camino.
Con una
solicitud mayor, sin duda, que la del viejo Darbón, su médico, le he doblado la
mano y le he mirado la ranilla roja. Una púa larga y verde, de naranjo sano,
está clavada en ella como un redondo puñalillo de esmeralda. Estremecido del
dolor de Platero, he tirado de la púa; y me lo he llevado al pobre al arroyo de
los lirios amarillos, para que el agua corriente la lama, con su larga lengua
pura, la heridilla.
Después, hemos
seguido hacia la mar blanca, yo delante, él detrás, cojeando todavía y dándome
suaves topadas en la espalda.
- ¿Por qué cojeaba Platero?
- ¿Qué es la ranilla?
- ¿Qué época del año crees que es? Razona tu respuesta.
- ¿Con qué compara la púa?
- ¿A qué se refiere Juan Ramón cuando dice: "su larga lengua pura"?
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